RECURSOS

miércoles, 29 de julio de 2015

La experiencia de escolarizar a Martin y otros demonios

Después de dos años sin escribir realmente sobre la experiencia con Martín, he vuelto al ruedo.
Han pasado muchas cosas: Martín entra a hacer primero en el 2014, dura 3 meses porque detona a la profesora y no se lo aguantan más; se va para Alemania solo con la abuela en donde dura otros 3 meses, y allá cumple sus 7 años; regresa en agosto a estudiar en casa y se muere del tedio (le hace falta estar con más niños); en septiembre nace Samuel, su hermano, puro período de adaptación. En enero del 2015 entra a estudiar en un colegio distrital cerca de casa. Todo empieza muy bien, esta muy contento porque hay muchos niños y el colegio es grande, pero al mes se evidencian los problemas de comportamiento, a lo que la profesora decide promoverlo a grado segundo para que no se aburra dadas sus capacidades académicas y pensando que esto serviría para mejorar la conducta de Martín. Pasa a segundo y no mejora el tema del comportamiento, se hace peor. Le pega a sus compañeros, independientemente de si son niños o niñas por cualquier cosa. El colegio nos empieza a citar para tratar el caso de Martín y trabajar conjuntamente. Cada semana se repiten los casos de agresión y nos damos cuenta de la necesidad que tiene de aprender a manejar su parte emocional, así que entramos en la dualidad de sacarlo del colegio (para evitar que siga haciendo daño a otros niños y para "evitarle" situaciones de estrés), o dejarlo para que precisamente aprenda de esta experiencia con el fin de fortalecer su inteligencia emocional.
Ponerme ultra radical que no iba a ir al colegio, sólo ha servido para que él mismo haya pedido entrar a uno, y esta experiencia para evidenciar un problema o necesidad a resolver en la crianza de Martín, así como el espejo para resolvernos a nosotros como padres y como seres humanos. Han sido duros meses de aprendizaje mutuo en donde me he observado agudamente como madre, como mujer y como la niña que fui. Meses recayendo en el mismo comportamiento tanto Martín como yo; meses en los que he podido observar como el es mi propio espejo y como esas actitudes que me molestan tanto provienen precisamente de nosotros mismos.
Decidimos en este momento que nuestro hijo va a terminar este año en el colegio, pues esta experiencia nos esta mostrando las sombras del nuestra familia que debemos trabajar.

martes, 14 de julio de 2015