Recientemente me llegó a mi correo un mail de otro integrante del grupo REEDUCACION LIBRE BOGOTÁ, con información muy relevante acerca de la desescolarización. En esta entrada adjunto el link para poder leer el artículo de la madre desescolarizadora Camy Matthay La desescolarización como activismo político, y estoy en espera de la autorización del autor para reproducir aqui mismo otros artículos pertinentes.
http://www.angelfire.com/folk/celtiberia/desescolarizacion.html
Camy Matthay es invitada al seminario internacional sobre educación del 4, 5 y 6 de noviembre de 2009 en Bogotá Universidad Nacional de Colombia, y los organizadores están buscando ayuda económica para poder traerla a Colombia, pues ella ya aceptó la invitación. Adjunto carta.
Hola Erwin,
Debo decir que no tengo un currículo formal. Nunca he construido uno dado que, por un asunto de preferencia personal y compromiso político, no fue un prerrequisito que pudiera serme útil. Siento que una hoja de vida, como las credenciales académicas que se espera sean incluidas, es la forma de acceder a un escalón de la sociedad moderna en el que preferí no participar. Digo que, sin dejar de considerar el tremendo trabajo y dedicación de las personas que han escogido proceder en aquella dirección… simplemente no quise ser exitosa en una sociedad capitalista que sentía vacía, hueca, alienante, insostenible, explotadora, y en última instancia, “antihumana”.
En relación a la desescolarización, en breve, yo comencé desescolarizando a mis hijos por razones maternales; disfruté siendo madre de tiempo complete y para la época en la que se suponía debía asistir a clases, simplemente sentí que era absurdo entregarlos a extraños para que fueran “educados” de acuerdo a los objetivos definidos por el Estado. Quise preservar su curiosidad que sentí podría persistir indefinidamente de formas provechosas, aún en medio de interferencia externa y entrenamiento indeseado.
En el proceso de permitir a mis hijos tener este tipo de libertad, me fue inevitable desescolarizarme a mí misma y reexaminar supuestos sobre la forma en que los niños y los adultos aprenden mejor. Este proceso (que incidentalmente fue guiado en algún nivel por el interés persistente de mis hijo en su –empleando jerga escolar- “currículo de ciencia política e historia”) me llevó a una crítica aún más fuerte contra la escolarización masiva prefabricada y su propósito opresor en la sociedad. Una pregunta que persistió en mi mente era: «¿I si fueras un padre que no está contento con la sociedad moderna, que no quiere que su hijo “cuadre” o sea exitoso en una sociedad aterradoramente competitiva, materialista, explotadora, mala?». Lo menos que podría hacer sería actuar bajo mis convicciones y lo que más podría esperar sería que mis hijos entendieran a profundidad mi disensión con la cultura dominante.
Luego de diez años desescolarizando a mis hijos, harta del supuesto persistente de que si educo a mis hijos en casa debo entonces ser una Cristiana de derecha o algún otro tipo de figura autoritaria moldeando y controlando el desarrollo y las creencias de mis hijos, escribí un artículo llamado ‘Desescolarización como una Actividad Política’. Fue publicado en una revista de izquierda (ya extinta), y curiosamente, a lo largo de un año 3 ó 4 publicaciones anarquistas solicitaron reimpresiones. Desde entonces los anarquistas estuvieron tan interesados en mis ideas que sentí que les debía la cortesía de aprender sobre su historia y filosofía. Esto terminó siendo una maravillosa búsqueda puesto que la gente que empecé a conocer estaba poniendo en tela de juicio otras convenciones de la vida moderna, y con frecuencia aplicando lo hablado de formas nuevas y refrescantes.
He escrito otros documentos sobre mi experiencia como madre desescolarizadora, y he dado charlas sobre desescolarizacion en e conferencias como Radfest (ahora Midwest – foro social del cercano este) y en –a falta de una mejor descripción– eventos anti globalización.
Hace cerca de cinco años, empecé a incomodarme con un hecho que había ignorado previamente, y era el hecho de que la desescolarización asumía privilegios que los pobres y en especial personas de color no poseían. Debía ser algo obvio: la desecolarización no era una libertad accesible de forma universal. Presenta reales limitaciones económicas. Tristemente, este cuestionamiento fracturó varias de mis relaciones con padres desescolarizadores que estaban desescolarizando sus hijos de forma efectiva porque sentían que podían hacer un mejor trabajo que el sistema escolar a la hora de hacer a sus hijos más competitivos en el mercado. La idea que el Ché expresaba tan bien, «que una educación radical verdadera se trate de amar a la gente primero y querer para ellos lo que quieres para ti mismo» era anatema a estos padres.
En la mitad de este problema, empecé a apoyar un grupo de cine y discusión en una prisión en mi vecindario. Me comprometí por diferentes razones, pero lo principal en mi mente era aprender de estos hombres (en lo más hondo de la sociedad) cómo había sido su experiencia escolar, cómo les había fallado o ayudado, qué tipo de alternativas podrían diseñar, qué pensaban que era el propósito de la educación, cómo sentían que la sociedad podía ser transformada en un lugar mejor… e incluso cuestiones como qué tipo de felicidad es aquel valor tan apreciado? La discusión es continua, excitante e iluminadora. ¡De cierto modo, nosotros (los prisioneros y yo) estamos trabajando colectivamente en un “Doctorado” sobre la injusticia en América desde las raíces!
No sé si esta carta pueda hacer las veces de una hoja de vida alternativa, pero es lo mejor que puedo ofrecer en este momento.
Espero seguir recibiendo comunicaciones suyas.
Camy Matthay
Excelente artículo...se necesita ser valiente para tomar esta decisión...y para eso estamos...vencer el miedo...salir la voz
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ResponderEliminargracias por tu comentario!! de verdad que se necesita fuerza para asumirlo y enfrentar a la sociedad!!!
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