Este sitio está concebido con el objetivo de recopilar y organizar la información que nos ha servido para programar y dirigir la estimulación y así documentar el desarrollo del aprendizaje de nuestro hijo. El deseo de proveerle un ambiente donde pueda desarrollar lo más libre y, naturalmente, que sea posible las múltiples inteligencias que nos conforman como seres humanos

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lunes, 28 de septiembre de 2009

Dos años y medio...aprender a comportarse

Revisando el blog de lola me encontré con este fragmento de un libro que ella se está leyendo llamado "Aprender a comportarse" de Penélope Leach. Ya que Martín está llegando a esa edad y estamos viendo como ha aumentado su seguridad en si mismo para explorar, pero al mismo tiempo su necesidad de límites está ahí, me parece muy pertinente colocarlo aqui para que aprendamos un poco más del comportamiento de los niños pequeños y no nos volvamos extremadamente autoritarios.
"Todos tenemos días en los que escuchamos nuestras propias e incordiantes voces diciendo continuamente «No», «Ya basta», «No hagas eso» y en los que también escuchamos los sombríos silencios que se producen entre los estallidos. 
Todos pasamos por momentos en que apartamos a los niños de los objetos, o los objetos de los niños con un poco más de la fuerza necesaria, en los que tratamos a nuestros hijos de formas que recordamos de nuestra propia infancia y que juramos evitar, y en los que odiamos a esos niños por hacemos tan odiosos. 
Ayuda el saber que ésas son cosas que les suceden a todos los padres y ser conscientes de que no están causadas por delitos específicos de los niños, sino por una irritación general con su naturaleza infantil. 
Y ayuda a sus hijos porque si no pueden ser infantiles a los dos o a los cuatro años, - ¿cuándo podrán serlo? ...

A pesar de todo, estos años de la primera infancia son el período ideal para reconciliarse con lo que se esperará de ellos en el futuro, así como para practicar los comportamientos que constituyen una prioridad social en estos momentos. Los niños pequeños aprenderán casi cualquier cosa que los adultos traten de enseñarles porque desean saberlo todo.
  • Desean saber, particularmente, cómo comportarse porque quieren ser como ustedes y complacerlos.
    Procuren que el proceso no se vea afectado por una palabra de carga tan pesada como «disciplina», con todos sus espectros relacionados, como la «desobediencia» y la «falta de sinceridad». 
  • Ese proceso debería ser siempre interesante y a menudo agradable, tanto para usted como para el niño.
    Si les gusta su hijo, y si además de amado se sienten complacidos por haber realizado hasta el momento un buen trabajo como padres, quizá puedan pasar por su infancia sin pensar siquiera en la «disciplina». Si pueden hacerlo así, háganlo.
    La ausencia de reglas y normas en el hogar no significa que sean ustedes negligentes.
    Su hijo experimenta distintos estados de ánimo y ustedes también. El niño comete equivocaciones, como ustedes y a veces hace lo que desea, en lugar de lo que debiera, como todo el mundo
  • Para poder llevarse bien en la vida, procuren tratarse unos a otros como seres humanos, y es posible que eso sea lo único necesario.
    Si las cosas funcionan de ese modo, no se moleste en leer este capítulo, destinado únicamente a los millones de padres que necesitan de una seguridad más estructurada con respecto a que sus hijos no se les «escaparán de las manos», o que ya experimentan la sensación de tener algunos problemas con la disciplina.
  • Aunque todos los padres experimentan momentos en los que desearían que sus hijos les «obedecieran al instante», de tal modo que decides: «Siéntate y estáte quieto» produjera unos niños quietos y silenciosos, la única clase de disciplina que realmente merece la pena es la autodisciplina que algún día le permitirá hacer y comportarse como debe cuando no haya nadie para decide lo que ha de hacer o incluso observar si no lo hace.
    Aprender los rudimentos de la auto disciplina exige mucho más tiempo que los años de la primera infancia.
  • Ahora que ya es un niño en edad preescolar, está preparado para empezar a aprender a cuidar de su propia seguridad y aceptabilidad social. Le enseñará a comportarse en innumerables situaciones y circunstancias diferentes y le ayudará a comprender que todas esas formas diferentes de comportamiento se resumen en algunos principios básicos y vitalmente importantes, como la sinceridad o la amabilidad.
  • A medida que aumente su comprensión, irá usted retirando su control, paso a paso, confiando en que sea él mismo quien aplique los principios aprendidos porque hacerlo así ya no es una cuestión de obedecerle, sino de ser fiel a sí mismo. 
  • «Mostrar» al niño cómo debe comportarse es clave porque el niño imitará el comportamiento que le dé usted con su ejemplo, antes que adaptarse a lo que usted le diga.
    De hecho, si existiera un vacío de credibilidad entre lo que usted dice y lo que hace, él hará lo que usted haga, al margen de lo que le diga, así que tenga cuidado con las técnicas disciplinarias anticuadas como «devolver el mordisco» a los niños que muerden.
  • El «cómo» también es un concepto importante porque a los niños les resulta mucho más facil comprender y recordar instrucciones positivas que negativas: es decir, recuerdan mejor lo que deben hacer antes que lo que no deben, y prefieren la acción a la inacción.
  • Procure decirle: «Así» en lugar de «Así no», y decir «Sí» y «Adelante» al menos con la misma frecuencia con la que diga «No» y «Basta».
    Su hijo no le ofrecerá mucha más amabilidad, consideración y cooperación de la que usted le ofrezca a él y es muy probable que reproduzca su misma forma de hablar (tanto buena como mala) y muchas de sus mismas actitudes
  • Procure recompensar el buen comportamiento y no el malo. Recuerde que la atención adulta actúa como una recompensa y que los niños pequeños a menudo prefieren contar con una atención malhumorada, antes que con ninguna. Si no hace caso de su hijo cada vez que está tranquilamente ocupado y sólo le presta atención cuando debe, estará recompensándole por molestar y castigándole por ser un placer.

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